Carta a mis Abues… Gracias por su legado de vida

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Hay tantas cosas para gozar y nuestro paso por la Tierra es tan corto, que sufrir es una pérdida de tiempo» Facundo Cabral

Cuando era niña, recuerdo ver a mi abuela de una personalidad tan femenina, fuerte e imponente, toda una matriarca. En su casa imperaba su palabra, las decisiones y formas de dirigir la casa eran principalmente aprobadas por ella, le encantaba estar al tanto de todo y aprender siempre cosas nuevas: temas de actualidad, costura, repostería, cocina, jugar Nintendo (peleaba su turno para jugar) etc. ella no permitía tener un hueco de ocio, junto con mi abuelo disfrutaban de un terreno dónde tenían todo tipo de fruto: Mango, Papaya, Limón, Nanchi, Guanabana, Ahuacate, etc. como recuerdo con tanta emoción esos veranos con ellos, aprendiendo de su vida. Oh! Como disfrutaba también pasar tiempo con mi abuelo ¡Mi viejo lobo! a quién no le quito el mérito, un hombre noble, guapo y muy trabajador y, que a pesar de que solo terminó la secundaria, poco a poco se fue levantando hasta tener su propia farmacia, llegó a tener tal reputación, que en el pueblo le llamaban Doctor, él, con la experiencia que fue adquiriendo en la medicina, desde aprender a hacer los “menjurjes” que se hacían con probeta, matraz, etc., hasta aprender de aquellos libros enormes que recibía con las sustancias activas de cada medicina y que él conocía bastante bien como para medicar a un “paciente” que llegaba con una necesidad de sanar, que a veces, sin dinero, mi abuelo sin pensarlo lo recetaba y le fiaba. Llegó a ser amado por el pueblo de Acaponeta que, hasta el día de su velorio,  recuerdo ver una señora que tomó una escoba y empezó a barrer la banqueta de la casa, diciendo que era algo que podía hacer por lo agradecida que estaba con él.

Mi abue, quién sigue dando guerra, diría mi abuelo (QEPD) me platicó como se conocieron: él, un hombre guapo que, por cuestión de trabajo, venía de Zamora Mich., se instaló en el pueblo de Acaponeta, Nay. y ahí se enamoró de ella y, después de varios intentos, finalmente la atrapó y se casó con ella, me cuenta ella que, a pesar que él era todo un galán, ella no dio su brazo a torcer tan rápido, pero finalmente esa mirada, sentido del humor y manera de tocar la guitarra y cantar, que hacía enamorar a muchas, la conquistó.

Pudiera platicar de muchas más anécdotas, pero la intención de hoy es entregar una carta para dar gracias, gracias a ti abuela, quién hace unos días celebraste tu cumple no. 84, quiero sepas en vida “Macu” que te admiro por haber formado y educado, junto con Don Mario, a 6 maravillosos hijos y a gran parte de tus nietos, que ahora, con tus manos delicadas, tus movimientos lentos y consejos,  me hablas de respeto, comunicación,  paciencia, tolerancia y amor para mi matrimonio, tú quién lloras como niña por los adioses cuando debo partir después de verte por un par de horas, a ti, a quién amo y que recuerdo con esa personalidad fuerte, audaz, imponente, con fortaleza y quién ahora necesita sostenerse de un brazo para poder andar.

A ti, Don Mario “Mi viejo Lobo”, estar cerca de ti abuelo me ayudó a crear un parámetro y a encontrar al hombre que hoy es mi esposo, alguien con quien libremente comparto mi vida y al que doy gracias a Dios haber encontrado, el que empata con muchas ideologías que quisiera que mis hijos y nietos mantuvieran.

Gracias a ambos porque sé, que sin darse cuenta, aportaron un granito que hiciera que esta nieta creciera como una persona libre, con convicciones propias, con sed de aprender cada día más, en busca de lograr una familia con los mismos valores e ideologías que harán que  pueda  seguir dejando el legado que ellos le dejaron para dejar raíz y seguir cosechando en los que “vienen”.

Hoy sé, que parte de mi formación le pertenece a mi abuelos, ellos me enseñaron a trabajar, a ser mejor persona, a amar a la familia y a valorar la importancia de dejar un legado en la familia, conscientes de que, eso no lo encuentras en un Oxxo (las tiendas de la esquina ya no existen) ni con todo el dinero del mundo; es algo que se va suministrando en pequeñas dosis a lo largo de nuestra formación y que, no nos explicamos como sucede, pero al pasar del tiempo de pronto nos damos cuenta que, ciertos comportamientos, ademanes o  maneras de ser suelen ser “igualitas a la abuela” o al “abuelo”.

A ti, te digo: dediques a lo que te dediques, no importa la posición o nombramiento que tengas, recuerda que, aquellos que son parte de tu sangre, te observan y crecen inconscientemente con las ideas, pensamientos, ideologías, maneras de vivir, comportamiento, etc. con las que hoy vives, y si lo haces lo mejor posible, estés aquí o en otro mundo, te aseguro que te darán el mérito que mereces y la dicha de, orgullosamente reconocer, has sido un pilar importante en su formación viviendo con la base de ese legado de vida que les has heredado. 

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