La vida en mi frontera

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La ciudad de los cerros, una ciudad que nunca he visto dormir. Salir desde temprano a buscarse la vida y junto a eso ver salir el sol que dormía oculto entre el particular relieve de este pueblo.

Allá en el horizonte donde se ven los primeros rayos de luz reflejados entre las casitas de colores que adornan el paisaje.

Aquí cada día es una aventura, una experiencia por vivir, pero solo para aquel que está dispuesto a prestarle atención a esos pequeños detalles, como al detenerte a cruzar palabras con alguien mientras juntos esperan el camión para dirigirse al trabajo y conocer un poco de lo que ha sido su vida en la frontera, compartiendo temas comunes como “clima del desierto”, como se enfrentan a la crisis y por sorpresa suelen ser conocidos del pueblo donde proviene.

Una ciudad que está dispuesta a recibirte con los brazos abiertos; ya que durante décadas ha sido asilo de todas aquellas personas que se quedaron en el camino buscando un sueño de barras y estrellas pero encontraron un hogar digno entre las calles y callejones de esta frontera.

Esta frontera tan salvaje como su clima, donde es igual cuidarse de temperaturas bajo cero como de algún uniformado buscando pa’ las sodas. Donde la lluvia y el sol se pelean el mismo día buscando ganar territorio.

Pero sin importar lo hostil que se pueda comportar esta ciudad, si eres noble con ella, ella lo será contigo. Hay mucho que esta ciudad te puede ofrecer, donde cada camino se convierte en un museo de arte urbano, pinturas en las paredes, esculturas de herrería decorando cada rincón, y hasta artistas callejeros buscándose el pan del día.

He conocido la mejor gente yendo de aquí a allá, amigos de por vida y otros compañeros de alguna fiesta, más allá de lo superficial siempre con corazones sinceros y dispuesto a ayudar. Héroes que cada día libran su batalla siempre con buen humor. Esa es la gente de mi frontera con la que cada día se puede compartir un buen saludo sin hacer distinción de ningún tipo.

Me gusta mi hogar, vivir aquí y ser de aquí, conocer cada día un poco más de todo lo que hay ahí afuera, vivir lo intenso del desierto y disfrutar de todo lo que la frontera me puede dar.

Y si algún día diriges tu camino por estas calles tan lindas no olvides disfrutar de unos famosos tacos de canasta con su peculiar salsa o perderte en un viaje entre las tradicionales “curios”, disfrutar de sus hermosos paisajes entre cerros que debes de saber que en cada uno se esconde un mirador.

Amar Nogales viviendo cada día y en las calles siempre escucharas UA! 

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