Creemos que procrastinar es asunto de flojera, de dejar las cosas para después porque somos unos holgazanes y no podemos cambiar el rumbo, al final de cuenta somos mexicanos y dejamos todo para el último, pero ¿sabías que nada tiene que ver con ser flojos? Según su etimología, la palabra procrastinación viene del verbo en latín procrastināre, que significa postergar hasta mañana, a su vez deriva del vocablo griego akrasia, hacer algo en contra de nuestro mejor juicio.
¿Te has puesto a pensar por qué procrastinas? Quizás tengas que hacerle una llamada importante a alguien que no te cae bien, de entrada prefieres no llamarle a esa persona y prefieres hacer otras cosas antes que llamarle. Se termina el día y no le llamas, ¿por qué? Porque te cae mal. Decidimos postergar esa conversación telefónica porque le sacamos la vuelta al mal rato, ya sea que esa persona nos cause frustración, enojo, nos impaciente o nos aburra. Entonces, ¿procrastinamos para controlar nuestras emociones?
El psicólogo Tim Pychyl, un profesor de Psicología y miembro del Grupo de Investigación sobre Procrastinación en la Universidad Carleton en Ottawa, Canadá dijo: “La procrastinación es un problema de regulación de emociones, no un problema de gestión de tiempo”. Priorizamos sentirnos bien a corto plazo, buscamos a toda costa evitar esa tarea que nos puede poner de malas, ansiosos, inseguros, de tal modo que procrastinamos incluso en situaciones menos complejos como limpiar el refrigerador, aunque somos capaces de hacerlo y quizás solo nos tome 15 minutos hacerlo, nuestro cerebro asocia ese trabajo con sentimientos incluso de asco, no limpiamos porque nos encontraremos el caldo de pollo que nos quedó hace un mes y no hemos tirado, ¿por qué no lo hemos sacado?.
Procrastinar también nos genera sentimientos de culpa y sin embargo elegimos postergar ciertas actividades porque encontramos placer en dejarlo para después. Ese alivio temporal nos lanza a un círculo vicioso y sí, sabemos las consecuencias, somos humanos, empujamos límites y hasta pensamos “le llamo mañana temprano” y regularmente así pasa.
Aquí una lista de razones por las que procrastinamos: perfeccionismo, metas abstractas, recompensa a largo plazo, enfoque en soluciones futuras, optimismo sobre el futuro, indecisión, agobio, ansiedad, aversión a la actividad, miedo al fracaso, autosabotaje, depresión, falta de motivación, falta de energía. Si quieres dejar de procrastinar, en línea encontrarás muchos artículos y hasta páginas especializadas como Solving Procrastination.
Al ser un problema común, no es casualidad que busquemos la forma práctica y más sencilla de hacer nuestras actividades, ya sea en el trabajo o en nuestra vida personal, por eso intentamos que el cajón de los calcetines se mantenga ordenado y los creadores de apps nos dan soluciones para todo, de limpieza, cocina, relajación, rutinas de ejercicio y en el trabajo encontramos alternativas para automatizar muchos de nuestros procesos, después de todo, el trabajo tiene que salir.